En una fría madrugada del mes de agosto, el hombre salió de su residencia hacia su carroza, que lo estaba esperando.
Se podía percibir en su rosa do y fino rostro que estaba muy preocupado, también presentaba signos de cansancio y de disgusto. Se tapó con su capa y subió al interior del carruaje. El cochero, dio la orden y el vehículo partió hacia el oeste de Buenos Aires por la calle de Las Torres.
El individuo, al pasar por aquellos lugares, recordó a los soldados que estaban a su mando y muchos vecinos que pelearon valientemente contra las tropas del Reino Unido que invadieron la capital del Virreinato del Río de la Plata.
Parecía que todos se habían olvidado de él y de sus días de gloria. El ser francés lo perjudicaba, porque muchos creían que podía traicionar a la corona española. Decepcionado, optó por irse a un lugar en donde nadie lo molestara, y ese sitio era Mendoza.
El viajero era don Santiago de Liniers y Bremont, que luego se establecería en la provincia de Córdoba, donde murió fusilado. Evocamos su paso fugaz por nuestra provincia en 1809.
Radiografía de un virrey
Santiago de Liniers y Bremont nació en Niort, Francia el 25 de julio de 1753. Su padre fue un oficial de la marina francesa y Santiago siguió los pasos de su progenitor estudiando en la escuela militar de la Orden de Malta. Tiempo después se trasladó a España, donde ingresó a la marina de guerra ibérica.
El joven Liniers llegó al Río de la Plata con muchas ganas de ofrecer su experiencia y capacidad militar en las colonias españolas de América del Sur. Y a fines de 1776, participó de las expediciones contra los portugueses en la isla de Santa Catalina y Colonia del Sacramento.
El apellido de este militar, fue tenido en cuenta por las autoridades reales y poco a poco ocupó importantes cargos militares.
Su máxima consagración fue cuando se produjo la invasión de Buenos Aires por parte de las tropas del Reino Unido que luchaban en contra de la alianza franco-española. Luego de la dimisión del virrey de Sobremonte, el valiente marino, al mando después de vencer a los británicos, fue nombrado virrey.
En 1808, los españoles sufrieron en su territorio la invasión de los franceses, que causó la sublevación del pueblo contra el nuevo gobierno impuesto por el emperador Napoleón. Por supuesto que aquí, en estas tierras americanas, su imagen fue cuestionada, lo que produjo un complot para sacarlo de tan importante puesto, lo que se produjo a mediados de 1809. Luego, el héroe de la Reconquista partió rumbo a Mendoza, pero se radicó luego en una estancia en Alta Gracia, provincia de Córdoba, donde luego de los acontecimientos del 25 de mayo de 1810, se unió a la resistencia contra de la Primera Junta y fue fusilado, junto a otros, el 26 de agosto de ese año.
La fugaz visita
La Junta desde España decidió enviar a Cisneros como nuevo virrey en sustitución de Liniers. Entonces, el ex virrey inició su penoso viaje en diligencia hacia nuestra provincia. Lo acompañaba parte de su familia. Para él fue muy difícil aguantar tanta ingratitud por parte de muchos españoles americanos que lo trataron de traidor por haber nacido en Francia. Y sabía que su vida corría peligro.
A mediados de setiembre llegó a Córdoba. Algunos historiadores afirman que se quedó con su familia, pero existen datos de que Liniers siguió solo con rumbo a Mendoza. Después de encontrarse con algunas amigos en la provincia mediterránea, el caballero de la Orden de Malta, prosiguió su viaje hacia la capital cuyana.
Liniers llegó en octubre, pero su visita fue informal y al ver que las autoridades no estaban muy conformes, optó por regresar a Córdoba y establecerse allí. Y así pasó, sin pena ni gloria, aquel poderoso personaje francés que es recordado por vencer a los británicos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario