viernes, 8 de marzo de 2013

Aspasia de Mileto


Platón en su obra La República incluyó a las mujeres en el gobierno de la polis. ¿Había entonces mujeres pensantes que se pudieran igualar a los varones? Si, la historia atestigua que existieron mujeres que debatían de igual a igual con los hombres sobre temas como la política, la filosofía y el arte, entre otros. Se llamaban "hetairas".

Y las representantes más destacadas emergen en el siglo V A.C: el llamado siglo de Oro o siglo de Pericles, era en el que el pensamiento humano en Occidente alcanzó su punto más alto.

Es por eso que voy a transcribir una entrevista con la historia que hiciera el escritor español Federico Carlos Sainz de Robles en su obra "Encuentro con cincuenta mujeres inolvidables". Aspasia de Mileto, conocida comúnmente como la amante de Pericles fue mucho más que eso. En lo que sí coinciden los historiógrafos fue con el hecho que contó con los favores de dos diosas: Afrodita, la de la de la belleza y Atenea, la divinidad que encarnaba la inteligencia y la sabiduría, entre otros dones.

Aspasia no es la "tonta bonita" ni la "sabia fea". Es ambas cosas. Esta entrevista histórica, magistralmente lograda por Sainz de Robles nos traslada a la Atenas del siglo de Pericles donde se registran hechos de una sociedad mundana culta y evolutiva que no deja de deslumbrarnos, tanto por sus costumbres como por la descripción arquitectónica y estética de la antigua capital griega.

 

 Vivió en el siglo V, y que estuvo unida a Pericles desde aproximadamente el año 445 hasta la muerte de este en 429. Fue maestra de retórica y tuvo una gran influencia en la vida cultural y política de Atenas. Fue una mujer muy hermosa e inteligente, tuvo un gran poder y despertó la admiración y el respeto de filósofos, artistas e ilustres demócratas, así como la hostilidad de los sectores más reaccionarios de la sociedad ateniense.

La vida de Aspasia de Mileto viene envuelta en un halo de misterio. Se desconocen tanto la fecha de su nacimiento como la de su muerte, y solo se tienen noticias fiables de su vida en el periodo comprendido entre su unión con Pericles y la muerte de Lisicles, su segundo marido, en 427. De esto se deduce que su vida pública mantuvo interés solo mientras duró su convivencia con estos dos hombres poderosos. Poco sabemos de su vida anterior a su unión con Pericles, y menos aun de lo que fue de ella tras la muerte de su segundo marido.

Además, muchos de los testimonios que nos han llegado sobre Aspasia son obra de calumniadores y autores hostiles, que la atacaron, ridiculizaron y vilipendiaron por su inteligencia y sus ideas avanzadas, y por su supuesta influencia negativa en la política ateniense. Entre estos calumniadores destacan Aristófanes, que en su obra Acarnienses la presentó como la principal inspiradora de la política de Pericles, y el poeta Hermipo, que incluso ejerció la acusación en el proceso abierto contra ella por "ofensas a los dioses".

Aspasia nació en Mileto alrededor del año 470. Probablemente su padre se llamaba Axico, aunque otras fuentes dicen que se llamaba Rhodos, y era escultor. Desde muy joven leía entusiasmada las obras de poetas y filósofos, especialmente las de Pitágoras, de quien aprendió que en el cosmos todo es número y armonía.

Ya en su adolescencia era un portento de belleza e inteligencia, que deleitaba a hombres jóvenes, maduros y ancianos, intelectuales y atletas, duros militares y blandos efebos, gracias a sus encantos corporales y la gracia de su ingenio.

Cuando un antiguo arconte ateniense llamado Sofrón llegó a Mileto, quedó entusiamado con la joven Aspasia, y fue él quen le habló de las maravillas de Atenas, que era la ciudad más avanzada de su tiempo y donde además había una clase de mujeres, llamadas hetairas, que tenían una gran influencia y poder, vivían libremente y podían compartir las mismas inquietudes culturales y políticas que los hombres.

 

Aspasia marchó rumbo a Atenas en torno al año 450. No sabemos mucho de esta época antes de conocer a Pericles. Hay diversas controversias en lo referente a la formación de Aspasia como experta en retórica. Unos piensan que adquirió estos conocimientos en Mileto, dado que en las ciudades jonias los niños y las niñas convivían en la escuela pública y compartían el aprendizaje en plano de igualdad. Otros, por el contrario, opinan que su formación pudo tener lugar ya en Atenas, que era en aquellos momentos un foco de atracción de sofistas y retóricos, y ella bien pudo adquirir estos conocimientos de maestros como Antifonte de Ramnos.

Hacía el año 445 Aspasia conoció a Pericles, líder del partido democrático y que desde el año 461 era la máxima autoridad política de Atenas. Pericles y Aspasia se enamoraron perdidamente y fueron amantes durante varios años, hasta que finalmente Pericles se divorció de su mujer, con la que tenía dos hijos, y pasó a vivir publicamente su amor con Aspasia. Incluso contrajeron matrimonio, lo cual era insólito pues la tradición impedía a los ciudadanos atenienses casarse con mujeres extranjeras.

Pese a ello, Pericles la prefirió a todas las demás mujeres, por ser, en opinión de Plutarco, una "mujer sabia y astuta". Aspasia encajó perfectamente en el círculo de amistades de Pericles (algunos sofistas, entre ellos Anaxágoras). Tan es así, que el mismo Sócrates frecuentó su casa, y varios de los que la trataron llevaban a sus propias mujeres para que la oyesen. Por lo tanto, Aspasia ocupó el papel de lo que hoy llamaríamos "primera dama".

Aspasia llegó a ser muy famosa. Hacía el año 440 nació el unico hijo de su unión con Pericles, llamado Pericles el Joven, que llegaría a ser general ateniense y murió ejecutado tras la Batalla de Arginusas en el año 406 junto a otros colegas de mando.

Donde quiera que adquiriese Aspasia su formación, es innegable su condición de experta en retórica, tanto en el aspecto logográfico como en lo concerniente a su faceta pedagógica. Por su extrema pericia en este arte y por su capacidad para rodearse de los más ilustres y reconocidos intelectuales de su época, y por contribuir de forma activa al florecimiento de la vida cultural en Atenas, consiguió la admiración de los hombres más ilustres. Se dice que Aspasia le escribía a Pericles algunos de sus discursos.

Pero también por su condición de extranjera, por su supuesta influencia negativa sobre Pericles, y por llevar una vida de mujer libre e independiente (algo impropio de una esposa ateniense), fue atacada y ridiculizada por los conservadores, celosos de su poder e influencia.

En este sentido el episodio más relevante fue el proceso público seguido contra ella tras una denuncia ante el Aerópago por el delito de haber ofendido a los dioses. Este era un delito muy grave en la Grecia antigua, que podía ser castigado incluso con la muerte, como le ocurrió a Sócrates más adelante. Aspasia tuvo que comparecer ante un tribunal formado por 1.500 ciudadanos para responder de estas acusaciones. El propio Pericles intervino en su defensa y habló durante tres horas ante el tribunal. Tuvo que recurrir a todo su prestigio y elocuencia, e incluso a sus lágrimas, para lograr la absolución de su esposa. Según Plutarco (citando a Esquines) "vertió por ella muchas lágrimas, haciendo súplicas a los jueces".

El el plano político Aspasia fue acusada de tener una inlfuencia negativa en las decisiones de Pericles sobre el gobierno de la ciudad, primero en el apoyo de Atenas a Mileto durante su conflicto con Samos hacia el año 439, que pese a la victoria ateniense provocó un gran descontento en diversos sectores del ejército. Y más adelante con el inicio de la Guerra del Peloponeso en el año 431, que a la postre marcaría el inicio de la decadencia ateniense.

 

Pericles falleció durante una epidemia de peste en el año 429, y su pérdida fue un desastre para Atenas, ya que sus sucesores fueron gobernantes desastrosos. Tras la muerte de Pericles, Aspasia se casó con otro ateniense, un rico comerciante llamado Lisicles, con el que tuvo un hijo llamado Poristes. Lisicles era un hombre mucho más tosco y grosero que Pericles, aunque llegó a ser arconte durante su matrimonio con Aspasia. Algunos dicen que gracias a ella se convirtió en un orador elocuente. Sin embargo Lisicles murió poco después durante la Guerra de Caria, en el año 427.

Juana Azurduy, flor del Alto Perú

La lucha de las mujeres fue fundamental en la guerra gaucha. No solamente eran excelentes espías sino que algunas de ellas, como doña Juana Azurduy de Padilla, comandaban tropas en las vanguardias de las fuerzas patriotas. Esta maravillosa mujer había nacido en Chuquisaca el 8 de marzo de 1781, mientras estallaba y se expandía la rebelión de Túpac Amaru. El amor la llevó a unir su vida a la del comandante Manuel Asencio Padilla.

La pareja de guerrilleros defendió a sangre y fuego del avance español la zona comprendida entre el norte de Chuquisaca y las selvas de Santa Cruz de la Sierra. El sistema de combate y gobierno conocido como el de las “republiquetas” consistía en la formación, en las zonas liberadas, de centros autónomos a cargo de un jefe político–militar. Hubo ciento dos caudillos que comandaron igual número de republiquetas. La crueldad de la lucha fue tal que sólo sobrevivieron nueve. Quedaron en el camino jefes notables, de un coraje proverbial. Entre ellos hay que nombrar a Ignacio Warnes, Vicente Camargo, al cura Idelfonso Muñecas y al propio Padilla.

Los Padilla lo perdieron todo, su casa, su tierra y sus hijos en medio de la lucha. No tenían nada más que su dignidad, su coraje y la firme voluntad revolucionaria. Por eso, cuando estaban en la más absoluta miseria y un jefe español intentó sobornar a su marido, Juana le contestó enfurecida: “La propuesta de dinero y otros intereses sólo debería hacerse a los infames que pelean por su esclavitud, más no a los que defendían su dulce libertad, como él lo haría a sangre y fuego”.

Juana fue una estrecha colaboradora de Güemes y por su coraje fue investida del grado de teniente coronel con el uso de uniforme, según un decreto firmado por el director supremo Pueyrredón el 13 de agosto de 1816 y que hizo efectivo el general Belgrano al entregarle el sable correspondiente.

Tres meses después, en la batalla de Viloma fue herida por los realistas. Su marido acudió en su rescate y logró liberarla, pero a costa de ser herido de muerte. Era el 14 de noviembre de 1816. Juana se quedaba sin su compañero y el Alto Perú sin uno de sus jefes más valientes y brillantes.