martes, 15 de abril de 2014

El Che, Sartre, Beauvoir y un encuentro en La Habana

Evocado, leído, olvidado y siempre polémico, el francés Jean Paul Sartre es un ícono del siglo XX, como también su compañera, la escritora Simone de Beauvoir a quien, en la pasada XVI Feria Internacional del Libro, celebrada en la capital cubana, se le rindió tributo en la mesa redonda dedicada a las Mujeres en la Literatura, que se efectuó en febrero del 2007, en la sala José Antonio Portuondo, de la antigua fortaleza militar de La Cabaña, en la que fuera comandancia del Che Guevara, en los primeros meses de la Revolución.

En ese encuentro participaron varias escritoras argentinas, ya que el país invitado de honor de esa edición de la feria lo era la nación sudamericana, entre las que se encontraban María Negroni, Tununa Mercado, Cristina Mucci, Luisa Valenzuela y Liliana Heer, quienes dialogaron sobre los nexos de la literatura, el feminismo y los múltiples imaginarios.

Liliana Heer, al evocar a Beauvoir, afirmó: "ella sigue viva, entre nosotras, por su libro iniciático y feminista". Esa obra, publicada en 1949, y que sería traducida al español y profusamente leída sólo en 1954, convirtió a la escritora francesa en la un referente sustancial del discurso femenino contemporáneo. 

Ambos intelectuales galos, Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir vinieron a La Habana, en 1960, para conocer el proceso revolucionario, dentro de aquella mítica de los jóvenes héroes de la Sierra Maestra. La pareja se entrevistó, precisamente, con el Che en su despacho del Banco Central de La Habana, como lo testimonió la célebre fotografía de Alberto Korda. Asistieron al estreno de la pieza sartreana La ramera respetuosa, con Fidel Castro, en la sala Covarrubias del Teatro Nacional, la cual se encontraba todavía en construcción. Realizaron un intenso periplo por la Isla , llegaron hasta la Ciénaga de Zapata, escenario meses más tarde, de la batalla de Playa Girón, frente a la invasión mercenaria por Bahía de Cochinos. 

De aquella visita nació el libro Sartre Visita Cuba, publicado en La Habana, en 1960, por las Ediciones R. En las páginas de este libro el filósofo narró sus vivencias en la Cuba revolucionaria. Jean Paul Sartre y Simone Beauvoir llegaron a La Habana cuando entraban en vigor el sabotaje económico de Estados Unidos y se arreciaban los planes de la CIA. "Puesto que era necesaria una revolución" —escribió Sartre—, "las circunstancias designaron a la juventud para hacerla. Solo la juventud experimentaba suficiente cólera y angustia para emprenderla y tenía suficiente pureza para llevarla a cabo". 

Y añadía en su libro testimonial: "Hoy, en el taller, en los campos, en un ministerio, el trabajo es joven, verdaderamente joven", admirado ante un liderazgo de hombres jóvenes. 

El Che tenía sólo 32 años cuando recibió a Simone de Beauvoir y a Jean Paul Sartre, a medianoche. "El comandante Ernesto Guevara es considerado hombre de gran cultura y ello se advierte: no se necesita mucho tiempo para comprender que detrás de cada frase suya hay una reserva en oro" —observó Sartre en 1960—. "Pero un abismo separa esa amplia cultura, esos conocimientos generales de un médico joven que por inclinación, por pasión, se ha dedicado al estudio de las ciencias sociales, de los conocimientos precisos y técnicos indispensables en un banquero estatal". 

Sus palabras apresaron sentimientos y emociones: "Se abrió una puerta y Simone de Beauvoir y yo entramos: un oficial rebelde, cubierto con una boina, me esperaba: tenía barba y los cabellos largos como los soldados del vestíbulo, pero su rostro terso y dispuesto, me pareció matinal. Era Guevara". 

El guerrillero protagonizaba el virtual diario sartreano sobre Cuba y su revolución: "Lo cierto es que había empezado a trabajar muy temprano la víspera, almorzado y comido en su despacho, recibido a visitantes y que esperaba recibir a otros después de mí. Oí que la puerta se cerraba a mi espalda y perdí a la vez el recuerdo de mi viejo cansancio y la noción de la hora. En aquel despacho no entra la noche. En aquellos hombres en plena vigilia, al mejor de ellos, dormir no les parece una necesidad natural sino una rutina de la cual se han librado más o menos. No sé cuándo descansan Guevara y sus compañeros. Supongo que depende: el rendimiento decide; si baja, se detienen. Pero de todas maneras, ya que buscan en sus vidas horas baldías, es normal que primero las arranquen a los latifundios del sueño". 

Junto a Jean Paul Sartre estaba entonces su esposa, la escritora Simone de Beauvoir, la célebre autora de El Segundo Sexo, libro que revolucionó los conceptos sobre la condición de las mujeres, y que había nacido en París, en un contexto familiar burgués y católico quien lo acompañaría en las dos visitas que hicieron a Cuba en 1960: primero del 20 de febrero al 15 de marzo, y otra más breve, a su regreso de Brasil, desde el 21 al 28 de octubre. 

Ella también llegaba a Cuba con su aureola personal, la de una de las más polémicas y singulares figuras del pensamiento feminista, quien desde sus escritos ensayísticos había reivindicado el derecho a la libertad como revolución personal, desde la crítica sobre las diferencias sexistas impuestas a las mujeres, relegadas a ser, en la sociedad patriarcal, "El Segundo Sexo". 
Al ser entrevistados para Lunes de Revolución, por el escritor Humberto Arenal, ambos manifestaron sus opiniones, él más inclinado hacia los terrenos de la filosofía, y ella más interesada por la vertiente literaria. Precisamente, sería Simone quien, y gracias a su dominio del inglés, permitió que el diálogo fluyera. Al paso de los años, aquel periodista, (destacado dramaturgo y narrador cubano) recuerda, al evocar aquel encuentro que Beauvoir : "no era su "alumnita" como a veces la titulaban y parecía tener más sentido de la realidad que Sartre". 

Entonces se produjo un incidente que se suma al testimonio de Arenal, la inesperada aparición en el Hotel Nacional, y en aquella entrevista, del dramaturgo estadounidense Tennesse Williams. "Creo que en el primer momento Sartre no sabía exactamente quién era, y Simone lo reconoció pero, en verdad, estaba sorprendida. Yo, ante la grotesca escena, no sabía qué actitud tomar, aunque estaba obviamente muy molesto. Por eso le dije que yo no era un intruso que estaba allí sin permiso. La entrevista había sido concertada, no estábamos hablando tonterías, y si alguien estaba de más era él. Pero obviamente él estaba dispuesto a interrumpirnos sin ninguna consideración. Típica prepotencia de un ser que se creía superior, ciudadano de una gran nación, un escritor conocido en todo el mundo. No es el lugar para discutir sus méritos como dramaturgo, porque eso no era lo que estaba en juego. Pero él no estaba dispuesto a oírme ni a detenerse. Balbuceando frases incoherentes tomó a Mrs. Vaccaro por una mano y la acercó a nosotros diciendo una y otra vez que ella era una gran admiradora de ellos y que quería conocerlos, hablar con ellos. La pobre mujer, con cierta timidez repetía palabritas en francés y se dejaba llevar de un lado a otro. Han pasado más de cuarenta años pero no olvido lo que pasó entonces. Simone de Beauvoir se puso de pie y le dijo en su buen inglés que él estaba interrumpiéndonos y que por favor se marchara. Después hablarían con él. Entonces él gritó desaforado: "¡I am Tennesse Williams!". Se había roto la magia y el diálogo se vio cortado: "Nunca insistí en continuar esta entrevista que terminó tan mal. No había tiempo y sobre todo se rompió la buena atmósfera y la excelente comunicación que había entre nosotros." Queda en el testimonio la fortaleza de carácter de Beauvoir. 

Simone de Beauvoir quien conoció a Jean Paul Sastre, en la Sorbona, cuando ingresó para estudiar Filosofía, con sólo 21 años, y con él compartió el Existencialismo y una muy abierta relación amorosa que no limitaron sus potencialidades, fue per se, una de las más prestigiosas personalidades del pensamiento intelectual de su época, signada su obra por el feminismo, corriente a la que también sometió a sus reflexiones porque consideraba que "El feminismo no ha llegado al fondo del problema: la opresión a la que el hombre ha sometido a la mujer. Y debe ser liberada ya que no es considerada como ser humano, sino que ha quedado relegada a un segundo plano" --Segundo sexo--, ha sido reducida a objeto sexual para satisfacción del hombre".

No sólo desde el plano de la prosa ensayística se volcó Beauvoir a la batalla, también defendió sus tesis desde el lenguaje de la ficción, en el costado de las bellas letras, así escribió su primera novela La invitada ( L´ invitée ), que apareció en1943. Abandonó su condición de docente, para lanzarse al campo de las ideas y de la literatura, en publicaciones como la revista dirigida por Sartre Les Temps modernes , al tiempo que enriquecía sus conocimientos teóricos en la praxis de sus viajes, junto a Jean Paul, por otros países de Europa, Estados Unidos, la antigua Unión Soviética, China y Cuba.

Incansable en la defensa de sus ideas, esa mujer nacida en 1908, firmaría en 1971, el famoso manifiesto de las 343 intelectuales a favor de la despenalización del aborto y, luego, desde 1972 se integró al Movimiento para la Liberación de la Mujer.

Durante su vida, que concluyó en 1986, realizó también un intenso activismo ideológico sin abandonar su ejercicio literario como lo testimonian sus obras La sangre de los otros (1944), Todos los hombres son mortales (1947), El segundo sexo (1949), que sería el best seller de su producción, Los mandarines (1954), novela por la que recibió, en Francia, el Premio Goncourt, así como otras obras más personales y autobiográficas entre las que se encuentran sus Memorias de una joven formal (1958) y La plenitud de la vida (1960), La fuerza de las cosas (1963), Una muerte muy dulce (1964), en la que aborda el tema de la muerte de su madre, y por último La mujer rota (1967).

miércoles, 9 de abril de 2014

Xul Solar, un habitante del misterio

El 9 de abril de 1963 moría en una isla en el Tigre Alejandro Xul Solar, seudónimo de Oscar
Agustín Alejandro Schulz Solari. Destacado pintor, fue también músico, frecuentó la astrología y el esoterismo, y hasta inventó una lengua, la panlengua. Para recordarlo, hemos seleccionado un artículo publicado en la Revista 2001, Nº 13, de agosto de 1969.
Fuente: Revista 2001, Nº 13, agosto de 1969.

"Alejandro Xul Solar, pintor, escribidor y pocas cosas más, duodecimal y catrólico (ca –cabalista, tro – astrológico, co –coísta o cooperador). Recreador, no inventor, campeón mundial de panajedrez y otros serios juegos que casi nadie juega; padre de una panlengua, que quiere ser perfecta y casi nadie habla, y padrino de otra lengua vulgar sin vulgo; autor de grafías platiútiles que casi nadie lee; exegeta de doce (+ una total) religiones y filosofías que casi nadie escucha. Esto que parece negativo, deviene (werde) positivo con un adverbio: aún, y un casi: creciente".

Así se definía a sí mismo, con cierto irremediable humor, el hombre que llegó a tomar contacto directo con fuerzas misteriosas que le adelantaron la verdad que más allá de la simple realidad terrestre hoy se nos revela por medio de la imaginación. Reconocido como uno de los más grandes pintores de este siglo, su maravillosa obra plástica testimonia sólo una faz de todo el conocimiento mágico que ese genial artista argentino llegó a poseer durante su vida fecunda. Asombro de críticos, admiración de espectadores, tema de polémica, se anticipó a toda la audiencia optimista que hoy es realidad humana. Profetizó de mil maneras un destino para el hombre cuya luminosidad excede poscálculos de posibilidad que nos otorga la razón.

Su genialidad lo alentó al diálogo permanente con inteligencias cósmicas usando de los poderes misteriosos de nuestra esencia para comenzar, hace ya muchos años, lo que hoy se considera seriamente como la más extraordinaria aventura humana.

El hombre
Oscar Agustín Alejandro Schulz Solari nació en San Fernando, provincia de Buenos Aires, el 14 de diciembre de 1887, a las 11.20de la mañana, en un día de sol radiante. Este último detalle fue anotado por una tía en su diario en un impulso premonitorio de que los astros y ese niño estaban ya relacionados por un destino sin secretos.

Expresó desde muy joven su vocación por el arte plástico, pero esa vocación respondió más que nada a la necesidad de expresar una forma de su genialidad multifacética, de servirse de un medio que sintetizara toda la inteligencia humana por medio de la libertad de la imaginación. A los siete años se escapó de su casa. Lo buscaron desesperadamente por todos los lugares que podían fascinar a un niño de su edad. Lo encuentran en un lugar insólito, la estación de ferrocarril, dibujando locomotoras, en su primera fiebre de indagación de las creaciones de que se vale nuestra inteligencia para dotar a nuestra materia de cualidades superiores a su misma naturaleza.

De allí en adelante se lanza al conocimiento y a la creación con una pasión religiosa, a tal punto que puede decirse que se convirtió a sí mismo en la prueba convincente de la grandeza infinita del destino humano. Por ello no resulta extraño la definición que de él hace en 1949 Jorge Luis Borges: “Hombre versado en todas las disciplinas, curioso de todos los arcanos, padre de escrituras, de lenguaje, de utopías, de mitologías, huésped de infiernos y de cielos, autor panajedrecista y astrólogo, perfecto en la indulgente ironía y en la generosa amistad, Xul Solar es uno de los acontecimientos más singular de nuestra época… Sus pinturas son documentos del mundo ultraterreno, del mundo metafísico en que los dioses toman la forma de la imaginación que los sueña”.

Sabiduría en todos los idiomas
Y ese hombre llega a dominar cerca de veinte idiomas. Algunos, como el francés, el inglés o el italiano, por lógica consecuencia de su estada en Europa durante el lapso que va de 1913 a 1924. Otros, como el japonés, el sánscrito o el arameo, en razón de esos extraños poderes que le permitían aprender con la celeridad del que sólo recuerda lo que ya sabía. En seis meses aprendió el alemán. Los oriundos de la tierra de Goethe, al oírlo hablar en ese idioma, no podían creer que no fuera un compatriota. Menos tiempo aún necesitó para aprender el guaraní, lo que hizo con el solo objeto de asistir a un congreso en esa lengua en el que, participó sin ninguna dificultad de idioma. Internado en el Hospital Fernández con una fractura de cadera, se decidió a estudiar ruso con el doble fin de aprovechar el tiempo y dialogar con su vecino de cama en su idioma de origen. Ese vecino de cama jamás pudo luego ser convencido de que la lengua rusa que hablaban naturalmente con el artista, Xul Solar la aprendió en el corto tiempo de su internación.

Más sorprendente aun fue lo ocurrido en la Biblioteca Nacional, en oportunidad en que Jorge Luis Borges estaba dando a sus discípulos algunas nociones de anglosajón, lengua desaparecida hace diez siglos, que en nuestro país quizá sea Borges el único que conoce con cierta profundidad. En momentos que entraban Xul Solar el profesor estaba recitando un poema en la lengua desaparecida. Xul Solar lo interrumpió para decirle que la pronunciación no era exacta. Opinó que si bien se convenía en aceptar que los anglosajones sólo usaban el alfabeto rúnico para dos sonidos y habían adoptado el romano para los demás, su escritura debía sin embargo ser fonética, lo que cambiaba el concepto de pronunciación.

Borges lo escuchó con la indulgencia a que las excentricidades del pintor lo tenían acostumbrado. Pasado un tiempo, y olvidado el hecho, concurrió a un congreso que reunía en Edimburgo a los más prestigiosos eruditos en lengua anglosajona. Allí Borges recitó ese mismo poema. Pero ante su sorpresa sus más respetables colegas le corrigieron la pronunciación y le explicaron que después de un exhaustivo estudio de todas las derivaciones y raíces lingüísticas pertinentes era ahora imperante la convicción de la escritura fonética por parte de los anglosajones. Reconstruyeron para su conocimiento el idioma de esta manera y obtuvieron, tras de la misma teoría, la pronunciación exacta que había sostenido Xul Solar. ¿Un mago? ¿Un reencarnado? “Xul Solar fue un genio –dice Borges con seguridad-, fue un genio sin duda alguna”.

“No sabo”
Su erudición idiomática se sintetizó en una tarea que no carece de un sentido fraternal: la creación del idioma “criol” o “neocriollo” y de la “panlengua”, proposición del idioma universal superior al esperanto en su estructura y musicalidad. La “panlengua” es una hábil y sencilla construcción idiomática que resulta, a más de eufónica, de funcionalidad taquigráfica. Los meollos gramaticales están en panlengua reducidos a esquemas representados simplemente por letras funcionando con la perfección que Xul Solar encontró en el orden irreprochable de la astrología. La T, por ejemplo (letra que corresponde a Saturno), denota cantidad. Ti, poco; Tu, mucho; To, más; Te, menos. Combinando el esquema de la T con otros de diferente significado, se obtiene el lenguaje tan sencillo como funcional que estructura el genio de Xul Solar.

Sometía sus idiomas universales a la difícil prueba de la creación poética: “En un Hades flúido, caso vapor, sin cielo, sin suelo, rufo, color en ojos cerrados so el sol, agitado en endotempestá, vórtices, hordas y hervor…”. Se adelanta en este neocriollo a los pri
meros poetas que recurren al invento o la deformación del lenguaje para transmitir imágenes esenciales.

Xul Solar buscaba en el lenguaje, como en todo lo demás, la forma más perfecta para transmitir la verdad, llegando en algunos casos a sacrificar cosas valiosas por no transigir en una descripción impropia. Ello ocurrió, por ejemplo, en casa de la escritora Victoria Ocampo, donde una señora marquesa de acaudalada fortuna que había decidido ejercer de mecenas de un artista, motivó una reunión para conocer personalmente al elegido, que era Xul Solar. La reunión pareció un éxito hasta el momento en que la marquesa hizo a Xul Solar una pregunta que lo hizo dudar unos instantes, hasta que contestó: “No sabo”. El “no sé”, del verbo saber, no pareció apropiado a quien se distinguía por su sabiduría, y llegó a la conclusión de que sólo el “neocriollo” tenía la palabra exacta para contestar con propiedad. El “no sabo” terminó con la reunión, pues la marquesa consideró que sentirse ofendida era otra manera eficaz de demostrar su amor por la cultura.

El inventor
Los inventos de Xul Solar resultan tan sorprendentes por lo inverosímil de su apariencia como por la sabiduría de sus cualidades. Uno de ellos, el “panajedrez”, es uno de los más notables. Se trata de un ajedrez de doscientas piezas, hechas de palo de escoba y convertida en objetos bellísimos, que juegan en un tablero de doce cuadros por lado. Las piezas responden a cuerpos y seres astrológicos para que se aprenda astrología como consecuencia inevitable de la distracción. Las reglas del juego, que permiten, entre otras innovaciones, la superposición de piezas, hacen que los movimientos del contrario sean prácticamente imprevisibles, lo que  permite una inequívoca medición de la inteligencia del jugador. A estas cualidades el “panajedrez” agrega las de ejercer una múltiple función didáctica, que comienza por la lección de democracia que dan reyes y peones en condiciones de igualdad total y continúa con aplicaciones insólitas como son las de servir para la composición de música o de poesía, de comunicarse por medio de colores o de hablar por medio del juego la “panlengua” que posibilita, con sus cuadros-vocales y sus piezas-consonantes, que dos personas de lenguas muy distintas puedan dialogar por medio del juego de ajedrez.

El teclado de piano creado por Xul Solar no es menos singular. Tanto su reducida longitud como su constitución facilitan la ejecución. Las teclas, dispuestas en tres hileras, responden con su coloración a la vibración que representan, lo que también facilita el método de aprendizaje. Esas teclas tienen además la virtud de prever el aprendizaje por parte de los no videntes, razón por la cual cada una de ellas muestra además un sistema de relieves concebidos para este fin.

Creaba títeres con los cuales, en un improvisado teatro, profundizaba en la vida por medio del humor. Actuaba tanto los signos del zodiáco como una muerte hecha con el límite de perfección que se puede lograr con su esqueleto de palos de escoba. Era una muerte gentil, que actuaba por virtud del titiritero Xul Solar con una gracia tal que su anciana madre llegó un día a decir: “Viendo una muerte así una pierde el temor de morirse”.

El visionario
Sentado en su banqueta, con su extraño relicario colgando del cuello, el hombre que se definía simplemente “catrólico” (o sea católico y astrólogo) desplegaba periódicamente ante un grupo de oyentes asombrados ante toda su increíble sabiduría, que llegaba en el multifacetismo de sus aspectos a dominar desde el esoterismo que envuelve los pensamientos y las vidas de Taong Kapa y Padma Sambhava hasta la magia negra religiosa de Milarepa o la Epopeya de Guésar de Ling.

Las sabidurías de Oriente y Occidente se unían en él para dotar a su personalidad de una magia que excedía toda suma de conocimientos, y que lo dotaba del poder de penetraren el misterio sideral o el de realizar milagros sobre la misma Tierra.

Toda esa riqueza imaginativa que sumada a la cultura produce tanto asombro  como admiración, Xul Solar la prodiga con elocuencia en su obra plástica. Pero también se ha expresado por medio de interesantes escritos. A veces éstos adoptan la elocuencia del humor, como ocurre en su artículo “Propuesta para más vida futura”, publicado en la revista Lyra en el año 1957. En él propone la indispensable introducción de mejoras en la futura conformación física humana, entre las que sugiere desde apéndices con forma  de espiral injertados en las plantas del pie para lograr más agilidad en el desplazamiento, hasta la necesidad de promover el desarrollo anatómico de seres que denomina “colnursas”, destinados al amamantamiento prolífero y perfeccionado de los bebés de un futuro superpoblado.

En otras ocasiones realiza un serio despliegue de conocimientos sobre temas cuya trascendencia vislumbra irrefutable para un futuro que su talento intuye. Un ejemplo es el artículo “Autómatas en la historia chica”, que publicó en su segundo número la revista Mirador en el mismo año 1957. Allí, partiendo de la paloma autómata de Arjitas o el increíble caracol de Demetrio de Falero, ambos del siglo IV a.C., pasando por la cabeza parlante que fabricara Robert Bacon en la Edad Media, recordando creaciones misteriosas como el turco fundador y jugador imbatible de ajedrez que creara Kémpelen en el siglo XVIII, llega a las creaciones maravillosas de nuestro siglo, donde esta clase de aventuras comienza a convertirse en usual.

Además de demostrar en ese escrito la vocación del hombre en todas las épocas por indagar en el misterio de su propia esencia mediante la creación de inteligencias artificiales, Xul Solar termina, asegurando, que no tiene fundamento cualquier temor hacia tales experiencias, pues, dice, “trabajan también por su lado en tareas prácticas, pero sin fantasía ni ideales”.

El pintor
La última exposición que mostró al público parte de la obra de Xul Solar, realizada en el presente año en la galería Javier, merced a la sensibilidad que impulsó a su dueño, Daniel Florino, a gestionarla, ratificó una vez más la grandeza del artista y la dimensión de su verdad extemporal que aún sigue asombrándonos.

La belleza plástica de sus obras sólo ha sufrido con el tiempo la modificación de sus aciertos, la prueba fehaciente de sus contactos extraterrestres que lo dotaron de un poder de creación que se manifiesta en imágenes substanciales, en bellezas que se transmite bajo la forma mágica de la sabiduría.

Los seres que habitan frecuentemente sus trabajos responden misteriosamente a la descripción que en virtud de coincidentes testimonios identifican a los habitantes del espacio. Sus ciudades cósmicas son de una perfección que certifica la intuición de los visionarios de todas las épocas, y con ella la capacidad humana para recorrer el universo en la segura nave de la fantasía.

El talento plástico de Xul Solar es tan desbordante que aun quienes tratando de definirlo elogiosamente lo compararon con un Klee, un Chagall, etcétera, tuvieron luego que admitir con admiración mayor que su genialidad no resiste una comparación.

Habla Borges
Muchos hombres que gozan hoy de reconocido prestigio dentro de la cultura nacional recuerdan con emoción el nombre de Xul Solar. El mismo Leopoldo Marechal lo incluyó como personaje en su famoso libro Adán Buenos aires: “Usted anda innovándolo todo –le advirtió-. Primero el idioma de los argentinos, después la etnografía nacional, ahora la música. ¡Ojo! Ya lo veo con una llave inglesa en la mano queriendo aflojar los bulones del sistema solar”.
Jorge Luis Borges es otro de los hombres que llega hasta la emoción cuando recuerda a Xul Solar. “Previsiblemente las utopías de Xul Solar fracasaron –ha dicho-, pero el fracaso es nuestro, no es suyo. No hemos sabido merecerlo.” Nos confirma su convencimiento de que las premenciones de Xul Solar eran alimentadas por contactos misteriosos.
-¿Cómo era Xul Xolar?- preguntamos a Borges.
-Un hombre excepcional que vivía pensando, imaginando y soñando, y que no le interesaba nada que no tuviese el valor de la creación. No le interesaba la promoción ni el dinero.
-¿Tiene usted algún cuadro de Xul Solar?
-El primer sueldo que cobré en Crítica, que era entonces de cincuenta pesos, lo destiné para comprar un cuadro de Xul. Él los vendía a cien, pero me lo rebajó a la mitad.
-¿Sabe que hoy vale una fortuna?
-Para mí, como para él, no tiene precio. Sus imágenes son verdades universales que no pueden avaluar. Xul Solar está presente en cada una de ellas. Mucho de lo que sé se lo debo a él, que fue mi maestro. De él aprendí hasta budismo o Iaoismo.

Micaela Cárdenas, la “señora Lita” para todos, tiene razón cuando dice que su esposo, el gran Xul Solar, continúa vivo. Además de en sus obras, él habita en los recuerdos sin ausencia de su esposa. Aunque de otra manera, su amigo Borges también asegura su supervivencia con la prueba irrefutable de la insuperable belleza poética de estos párrafos que le dedica: “Amigo que no ha muerto, con quien alguna vez compartí las músicas verbales de Swinburne y de Johannes Becher, y que me ayudó a penetrar en los laberintos de Gnosis y de la cábala, gracias por esta renovada lección y por la lección de tu vida. Ambas –con símbolos diversos- nos dicen que nuestra cobardía y nuestra pereza tienen la culpa de que el mañana y el ayer sean iguales y que la imaginación y el amor podrían transformar el Universo en el espacio de un segundo, si verdaderamente lo quisieran, y que el Paraíso ya está aquí”.

lunes, 7 de abril de 2014

Una argentina cosmopolita... Victoria Ocampo

Victoria Ocampo (Buenos Aires, Argentina, 1890 – 1979), fue la mayor de seis hermanas de una familia de larga tradición en la Argentina. Tuvo una formación exquisita y completa, destacándose ella en literatura y música.
Como era usual dentro de la sociedad culta de la Argentina de su época, viajó por primera vez a los 6 años con su familia a Europa, y a partir de entonces Europa se convertiría en un destino habitual para ella. Allí conocería a muchas de las grandes figuras y lugares que hicieron historia durante el siglo XX.
En 1916 conoce a José Ortega y Gasset en Buenos Aires, quien tuvo un papel activo en su trayectoria de escritora y editora. Primero le haría lugar para escribir en la Revista de Occidente, de la cual él era director, y después la impulsaría en la fundación de su propia Revista Sur en 1931, que se convirtió en el principal punto de conexión entre los intelectuales argentinos y el resto del mundo. En ella publicaron autores como Thomas Mann, T.S.Eliot, Malraux, Octavio Paz, o Borges. En 1933 funda también la Editorial Sur, cuya primer publicación fue Romancero Gitano de Federico García Lorca, y más tarde entrarían en la lista autores de la talla de Bioy Casares, Huxley, Virginia Woolf, Sartre, Nabokov o Camus.
A lo largo de sus escritos, cartas y diarios, plasma de forma muy familiar sus impresiones vividas en aquellos viajes y experiencias conociendo de primera mano lugares, hechos y figuras históricas. En 1946 pudo presenciar el Juicio de Nüremberg. Recibió premios y doctorados honoris causa de diversas universidades, entre ellas Harvard en 1967.
En la Argentina, Victoria Ocampo fue una incansable embajadora cultural. Se dedicó también a traducir obra extranjera al castellano. Fue una mujer consciente de su papel en la historia, y en 1952 comenzó a escribir su Autobiografía, a condición de que se publicara recién tras su fallecimiento. En 1953 estuvo encarcelada al ser declarada opositora del Peronismo. En 1976, se convierte en la primera mujer nombrada miembro de la Academia Argentina de las Letras.
En enero de 1979, falleció en su casa de San Isidro, Villa Ocampo, que ella cedió a la UNESCO en 1973 “para ser utilizada con un sentido vivo y creador, en la producción, investigación, experimentación y desarrollo de actividades culturales”. En aquella casa había recibido a figuras tan importantes como Rabindranath Tagore, Roger Caillois, Ernest Ansermet o Indira Gandhi, y actualmente se puede visitar.