Si Crimea se une a Rusia luego del referendo programado para este domingo, sería el último de una serie de cambios en el mapa de Ucrania en su problemático pasado.
Las pasiones en esta crisis han sido alentadas por la Historia, como los viejos mapas de la Biblioteca Británica revelan.
Crimea, una pequeña península en el Mar Negro ubicada debajo de Ucrania y de Rusia, se encuentra ahora en el centro de una crisis internacional.
El país está ante la posibilidad de alejarse más de Kiev o incluso de volver a la égida rusa.
En el siglo XVIII, la península era parte del Imperio Otomano y su líder era el Khan de los Tártaros de Crimea.
Este mapa de 1769 muestra, en amarillo, los territorios que pertenecían al antiguo Imperio Otomano y, en azul, Rusia.
Pero será Catalina la Grande quien le quite Crimea a los tártaros para anexarla al Imperio Ruso.
Este mapa de 1932 muestra a la República Autónoma de Crimea dentro de la Federación Rusa, con la República de Ucrania a la izquierda en rosa y Rusia en verde; ambas son parte de la Unión Soviética.
En 1954, el líder soviético Nikita Khrushchev, en un antojo, le cedió la península a Ucrania.
Pero esto no implicó un gran cambio porque todo era territorio soviético.
Sin embargo, cuando la Unión Soviética colapsó en 1991, Rusia y Ucrania se separaron y Crimea quedó del lado ucraniano, como muestra este mapa de 1996 que refleja las fronteras actuales.
En lo que respecta a la parte central de Ucrania, siempre ha sido atraída hacia dos direcciones.
Ucrania Occidental se ha vinculado con Europa, por una buena razón.
Tomemos como ejemplo Lviv, como se lo conoce ahora, que se encuentra en el extremo occidental del país.
En el siguiente mapa, Lviv es el área naranja y su nombre está en ruso cirílico.
Esta región fue parte de la Ucrania soviética y se la conoció como Lvov -una versión rusa de su nombre- hasta que la URSS colapsó en 1991 y el nombre volvió a ser Lviv.
Pero en este mapa de 1775 se la puede ver identificada como Leopol. Por esos años, esta región era parte del Imperio Austriaco, y también se la conocía como Lemberg.
En 1940, el área era parte de Polonia, pero debido al acuerdo secreto de Hitler con Stalin para la partición de ese país, pasó a manos soviéticas.
El mapa muestra la anexión que estuvo incluida en el pacto Molotov-Ribbentrop (los ministros de Relaciones Exteriores de Moscú y Berlín) en 1939.
Muchos tártaros de Crimea fueron deportados por Stalin en 1944, con la Segunda Guerra Mundial casi terminada, acusados de haber colaborado con la Alemania nazi.
Luego fueron autorizados a volver, pero han permanecido reticentes a cualquier regreso a un gobierno conducido desde Moscú.
Algunos ucranianos nacionalistas incluso veían a Stalin como un enemigo peor que Hitler.
Por eso, Moscú aún mantiene sus sospechas y Vladimir Putin advierte una y otra vez sobre extremistas de derecha en Ucrania Occidental.
Viejos miedos y desconfianzas todavía influyen en las actitudes del presente.
Pero a medida que uno se interna en el este de Ucrania, más gente mira a Rusia no como un enemigo, sino como parte de la familia.
En este mapa del siglo XVIII se ve cómo el territorio ruso llegaba hasta Kiev.
Y Kiev es donde Rusia comenzó hace 1.000 años, el lugar de nacimiento del estado ruso y de la Iglesia Ortodoxa Rusa.
Es algo casi sagrado. Por eso, el presidente Putin no quiere dejarlo ir.
Y esas emociones tan enraizadas son las que hacen esta crisis tan peligrosa.
La preocupación es que si los mapas de Ucrania tienen que volver a ser dibujados, eso puede provocar más violencia.
Todos los mapas son cortesía de la Biblioteca Británica en Londres, que alberga una de las mayores colecciones de mapas y materiales cartográficos.
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