jueves, 7 de junio de 2012

La mujer en la Antigua Roma




Introducción
La familia en Roma era un grupo de personas bajo la tutela del pater familias
que tenía derecho sobre la vida y muerte de todos los miembros, aunque la mujer puede
llegar ser mater familias siempre y cuando sea de buenas costumbres.
Este poder podía se dividía en:
-manus: sobre la esposa y las esposas de sus descendientes.
- p a t r i a  potestas: sobre los descendientes.
- d o m i n i c a potestas: sobre esclavos y esclavas.
La  muj e r,   s in embargo, no pertenecía a la familia sino estaba casada ad manus.
L a s   m u j e r e s peor paradas en Roma eran las esclavas que eran consideradas objetos y no sujetos de derecho, puesto que, además de tener los peores trabajos, debían complacer a sus dueños en sus relaciones extra matrimoniales.
Las esclavas no podían casarse aunque sí podían unirse a otro esclavo, unión llamada contubernium.
Los hijos libres, al nacer, eran depositados a los pies del padre que podía levan-
tarlos, señal de aceptación, o dejarlos donde habían sido puestos con lo cual quedaban
abandonados a su propia suerte.
A las hijas, cuando nacían, si el padre no quería exponerlas, se debía dar orden
explícita de alimentarlas. Según la ley, el primogénito se salvaba de la exposición.
Las expuestas, si no morían, eran recogidas por otras familias como inversión
puesto que al llegar a su juventud eran vendidas como esclavas o como prostitutas.
Las niñas eran confiadas a esclavas, niñeras y amas de cría. Éstas se encargaban
de su crianza. De la educación se encargaban profesores que iban a su casa. Así pasaban
de la infancia a la juventud en la que pronto se casaban.
Esta es la imagen de la hija de C. Minucio Fundano, muerta cuando estaba a
punto de casarse, muchacha amable y bien educada, que nos da Plinio el Joven: "Aún no había cumplido los trece años y ya tenía la sabiduría de la vejez y la dignidad de la mujer, hermanando, sin embargo, la gracia de la mocedad con el recato de la doncellez. ¡Cómo se colgaba del cuello del padre! ¡Con qué cariño y con qué castidad al mismo tiempo nos abrazaba a los amigos de él! ¡Cómo quería a sus amas, a sus preceptores y a sus maestros, cada uno según su cargo! ¡Con cuánta laboriosidad y talento seguía sus estudios!
¡Cuán raras veces y con cuánto seso se ponía a jugar! ¡Y con qué serenidad, con qué paciencia y con qué energía soportó su última enfermedad!"



El matrimonio en Roma
El matrimonio tenía en Roma distintos nombres: coniugium, matrimonium,
connubium, consortium.
Para que el matrimonio sea valido hacen falta cuatro condiciones:
-la pubertad: capacidad fisiológica para poder tener hijos. En las mujeres doce
años y catorce en los hombres.

-el consentimiento de los esposos: en una primera época el pater familias
decidía sin la opinión de sus hijos.

“"Cualquier animal, cualquier esclavo, ropa o útil de cocina, lo probamos
antes de comprarlo; sólo a la esposa no se la puede examinar para que no
disguste al novio antes de llevarla a casa. Si tiene mal gusto, si es tonta,
deforme, o le huele el aliento, o tiene cualquier otro defecto, sólo después
de la boda llegamos a conocerlo.”"
(SÉNECA, Controuersiae, II, 3, 2)



Más tarde los matrimonios solían realizarse con el consentimiento de ambos es-
posos.
- el consentimiento del pater familias: si éste se opone, el matrimonio no
puede realizarse.
- el connubium: facultad legal para contraer nupcias, o sea, ser ciudadano roma-
no.
Los impedimentos para que se celebrara el matrimonio eran los siguientes:
- el parentesco en línea descendiente y ascendiente (padre-hija; abuelo-nieta o
viceversa) estaba prohibido. En línea colateral (hermano-hermana) también y estaba,
asimismo, prohibido el matrimonio con sobrinos y sobrinos-nietos.
- la afinidad: estaba prohibido casarse con familiares de la esposa.
- otros: prohibición de casarse entre patricios y plebeyos por la Ley de las XII
Tablas hasta que la Ley Canuleia lo permitió.
Cualquiera de estas condiciones originaban la nulidad del matrimonio.
a)La ceremonia
Antes de la celebración del matrimonio, se hacían los esponsales (sponsus,
sponsa). No debe hacerse antes de que los contrayentes tengan menos de siete años.
Los esponsales no obligan al casamiento.
El novio enviaba la arra (una cantidad de plata o un anillo) a la novia y se cele-
braba una comida familiar y la sponsa recibía regalos.
Había distintos tipos de matrimonios:
- ad manus: el marido tenía el poder sobre su esposa. Éste podía conseguirse por:
-la convivencia de un año.
-por una ceremonia religiosa (poco a poco fue desapareciendo).
-por la venta de la mujer, o mejor dicho, por la venta de la potes-
tad sobre ella.
La manus se extingue por la muerte de uno de los conyuges.
- sine manu: servía para proporcionar hijos por consentimiento de ambos pero
sin unión de sangre.
La mujer pertenece a su primitiva familia y no pasa a la de su marido.



Para este matrimonio no hacía falta ceremonia alguna o formalidad alguna, por lo
que era difícil demostrar su existencia.
La ceremonia de la boda tenía que ser en una fecha adecuada, por ejemplo,
mayo era un mal mes, y para ello había que consultar los auspicios.
“"No fue momento adecuado de antorchas ni para la viuda,
ni para la virgen. La que se casó, no duró mucho.
También por esta causa (si tienes en cuenta los refranes)
‘las perversas se casan en el mes de Mayo’, dice el vulgo.”"
(OVIDIO, Fastos 487-490. Trad. de Antonio L. Cantudo)



La víspera de la boda la novia recogía sus juguetes y los consagraba a un dios
(Venus, los Penates domésticos, la Fortuna Uirginalis,...), luego dejaba sus vestidos
de niña y se vestía el traje nupcial: una túnica blanca que llegaba hasta los pies (regilla) y
un cinturón que la ceñía con un nudo especial (nodus Herculeus). La casa se adornaba
con guirnaldas y flores. La novia se hacía un peinado especial y se echaba un velo que no
cubría el rostro excepto en ciertos momentos. A la novia la acompañaba una matrona
que sólo había conocido a un hombre (uniuira).
El padre de la novia realizaba un sacrificio para consultar los auspicios. Si estos
eran favorables, los dioses bendecían la unión. Se firmaban los testimoniales del contrato ma-
trimonial en presencia de diez  testigos.
L a   m a t r o n a (pronuba) unía las manos derechas de los esposos y un niño, entre ambos, que sostenía una antorcha, personificaba al dios Himeneo.
Se realizaba un sacrificio de un buey o de un cerdo y después se celebraba la cena
nupcial en casa de la novia.
Por último, se acompañaba a los novios a la casa y la novia era raptada del brazo de
sus padres de forma fingida, como ocurría en Grecia.
Tres jóvenes, cuyos
padres estuvieran vivos, llevaban junto a la esposa el huso, la rueca y una antorcha de
espino blanco encendida en casa del padre de la novia.
“¿Quién eres tú?”
y la esposa respondía:
“Dónde tú eres Cayo, yo soy Caya.”
Los acompañantes la levantaban para que no tocara el umbral con el pie y el
marido la recibía entregándole el agua y el fuego, símbolos del hogar.
Al entrar, la novia rezaba a los dioses de su nueva casa. El cortejo se disolvía y la
pronuba conducía a los recién casados a la alcoba. Allí daba unos últimos consejos a la
novia y se marchaba.
Al día siguiente, la novia ya era considerada matrona: “"Se llama propiamente matrona a la señora casada con un varón,mientras dura su matrimonio, su nombre deriva de matre.”"
(AULO GELIO, 18, 6, 8)

Finalmente el rito acababa en una comida a la que asistían sólo los más íntimos de ambas familias, en la casa del novio.
Los efectos del matrimonio son evidentes desde el primer día:
- la esposa participa de la condición social del marido pero no pierde su cualidad de plebeya o de liberta, si es que lo es cuando se casa con un patricio.
- el marido controla la dote y, si hay separación, no está obligado a de-
volverla. La dote es habitual y, si la joven no la lleva al matrimonio, es como si fuera
una concubina o una abandonada, por ello si su padre no tenía para dotarla, pedía a
parientes y a clientes. La dote podía ser devuelta al padre o a la mujer si el matri-
monio se disolvía.
Si la mujer poseía dinero no tenía obligación de entregarlo todo como dote
y podía reservarse alguna cantidad.
La situación de la mujer cambiaba radicalmente desde ese momento y entraba en una nueva dinámica que suponía una mayor pérdida de independencia, como por ejemplo el hecho de que a partir de ese instante tenía prohibido beber vino y abortar sin el consentimiento de su marido.

Los esposos se debían fidelidad. El adulterio era castigado de forma más grave
en las mujeres que en los hombres.
El matrimonio con el paso del tiempo se convirtió en una relación paritaria entre
marido y esposa. Ambos tenían que estar de acuerdo y esta relación no cesaba nunca a
no ser que el marido pronunciara la famosa frase tuas res tibi habete (llévate tus cosas)
con la que el matrimonio acababa, aunque la esposa podía divorciarse siempre que qui-
siera, lo que representaba una igualdad en este campo sin precedentes en la historia
antigua.

b)El divorcio
El matrimonio podía disolverse por varias razones:
- por muerte de uno de los cónyuges: el viudo podía casarse inmediatamente
pero la viuda debía mantener luto durante diez meses como mínimo, a excepción de que
el marido hubiera muerto condenado por un crimen. Si la mujer daba a luz durante este
tiempo el compromiso se rompía. Sólo el princeps podía conseguir dispensa.
- por pérdida de ciudadanía, por cautividad, por desaparición o por depor-
tación.

El divorcio estaba muy mal visto socialmente en los primeros tiempos pero des-
pués en el final de la República y en el Imperio con la relajación de las costumbres los
divorcios fueron muy habituales.

De todas formas los hombres sabrían sobreponerse a estos contratiempos y
valga como ejemplo este epigrama de Marcial:«Es ya, Filero, la séptima mujer que entierras en tu finca.
  Ninguna finca ha dado a nadie mayor cosecha.»
(MARCIAL, Epigramas)

El divorcio podía realizarse de distintas formas:
- por acuerdo mutuo.
- por repudiación de una de las partes.
- por impotencia.
La Ley Iulia establecía que debía mandarse un libelo por medio de un liberto en
que se repudiaba a la otra parte en presencia de siete testigos.

Además del matrimonio, existían otras uniones lícitas:
- el concubinato: vida marital sin propósito de contraer matrimonio. Debía res-
petar algunas condiciones y se utilizaba en situaciones en las que el matrimonio no era
posible.
- el matrimonio sine connubio: se utilizaba con matrimonios en los que uno de
ellos no tenía la ciudadanía romana.
- el contubernio: vida marital entre esclavos o entre libres y esclavos.
Otra victoria de la mujer fue el poder conseguir la custodia de los hijos en caso
de divorcio por conducta deshonrosa de su marido.


La mujer romana en la religión

El culto de las mujeres a las diosas dependía de su condición:
- las doncellas mantenían el culto a la Fortuna uirginalis.
- las casadas (matronae), el culto a la Fortuna primigenia de Preneste y dentro
de las casadas, las uniuirae (mujeres de un solo esposo), el culto a la Fortuna muliebris
o a la Pudicitia, que estaba reservada a las uniuirae patricias. Incluso las prostitutas
participaban del culto de la Fortuna uirilis.
Otro culto protagonizado por mujeres era de las Vestales. Éstas estaban consa-
gradas a Vesta, diosa virgen,  treinta años durante los cuales no podían mantener relacio-
nes sexuales so pena de ser sepultadas vivas en ceremonia pública. Además en estos años
las Vestales quedaban libres de la patria potestas familiar pero entraban bajo el poder
del Pontifex.
En resumen, la religión oficial se oponía a la emancipación femenina y buscaba
mantener el statu quo de la mujer antigua.
Los nuevos cultos cambiaron algo la situación, en particular el de la egipcia Isis y
posteriormente el cristianismo.



La mujer en la sociedad romana
Las mujeres no tenían nombre propio, o sea, praenomen, sólo tenían nombre
gentilicio, nomen, (Gaia, Publia, Aula) y el familiar o apodo cognomen. No se sabe, en
realidad, si no lo tenían o si no se quería que éste se pronunciara, ya que en los textos que
conservamos prácticamente no se conserva el praenomen de ninguna mujer.
El único momento del año en que las mujeres eran libres era durante los cultos
báquicos, las Bacanales. En éstas las mujeres bebían vino, hecho prohibido para ellas,
como hemos mencionado antes, y practicaban sexo tanto heterosexual como homosexual.
La existencia de estas ceremonias demuestra que el papel de la mujer en el mundo roma-
no era el de la procreación y la reproducción y no había lugar para el erotismo y el amor.
De todas formas las Bacanales desaparecieron por orden del Senatus consultus
de Bacchanalibus que las prohibió en el 186 a.C., debido al escándalo que suponían
para la sociedad oficial romana.

La mujer romana participaba como dueña y matrona en toda la vida social de la
casa. Sale libremente de compras por las tiendas, acompaña al marido a banquetes y
recepciones. Le aconseja en sus decisiones, se le cede el paso en la calle, nadie puede
tocarla ni citarla a justicia. Puede intervenir como demandante o como testigo en las
causas criminales y asiste a los espectáculos públicos.
En el año 1 a.C. se habla de una corporación de mujeres creada con fines
religiosos y que tal vez existiera desde tiempos antiguos. No sabemos nada con respecto
a la composición, organización y funciones, pero sí que tenía local propio en el Foro de
Trajano donde se han encontrado inscripciones como éstas:«La emperatriz Sabina, a las mujeres...»
«Julia, madre de emperadores (Caracalla y Geta) y de las tropas, lo ha
restaurado para las mujeres.»

La dignidad de la mujer romana está a años luz de la griega. En un principio era
un modelo de austeridad, de fidelidad y de laboriosidad, pero con el paso del tiempo las
costumbres fueron cambiando y así podemos ver distintos ejemplos de mujeres romanas
que fueron famosas en su tiempo por muy diversas razones:
- durante la monarquía tenemos a:
-Lucrecia, que se suicidó tras ser violada por Sexto, el hijo de Tarquinio el
Soberbio, y que provocó el fin de la monarquía.
- en la República destacamos a:
-Virginia que se negó a mantener relaciones con el decemuiroApio Claudio,
lo que originó el suicidio del padre de ésta y la expulsión del todos los decemuiros.
-Veturia y Volumnia: esposa y madre del traidor Coriolano, salieron al
paso de éste, cuando marchaba al frente de los Volscos para destruir Roma y consiguie-
ron que depusiera las armas.
-Cornelia, la madre de los Gracos, ha pasado a la historia como ejemplo
de fidelidad a su esposo muerto. En clara contradicción con las leyes de carácter demo-
gráfico, que obligaban a casarse a las viudas pasado un tiempo de la muerte de su mari-
do. Ésta se negó quedando como ejemplo de mujer de un solo hombre, por lo que se la
llamó uniuira. Culta y refinada fue admirada por Cicerón.




















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