miércoles, 30 de enero de 2013

El mosquito

La innovación periodística del El Mosquito, redoblada por el lanzamiento que le dio la permanencia de treinta años, convierte al semanario en un proyecto más que representativo de su época y testigo de un momento histórico. Utilizando la caricatura política como sello distintivo, más el acompañamiento de un lenguaje conciso y mordaz, logró establecer un nuevo contrato de lectura con los públicos emergentes de la cultura de masas. Por asumir la empresa periodística con una actitud profesional, logró sobrellevar las dificultades económicas características de los medios gráficos contemporáneos que no gozaron de financiación estatal: El Mosquito estaba dispuesto a recurrir a 1os recursos de marketing, sino para acrecentar ganancias, al menos para conservar el proyecto periodístico.
El Mosquito no sólo constituye un material de rigor para la revisión de las páginas de la historia con un espíritu crítico, sino también que las características de su producto lo ubican en un lugar clave en la historia del periodismo, a mitad de camino entre los modelos tradicionales de revistas enciclopédicas y los novedosos semanarios populares.

Periódico semanal satírico burlesco de caricaturas 

El Mosquito, "periódico semanal satírico burlesco de caricaturas", apareció por primera vez el 24 de mayo de 1863.

Mitre, electo en octubre de 1862, intentaba organizar el país. Todo estaba por organizarse.
La primera entrega de El Mosquito consigna que sus editores son los señores Meyer y Cía. La impresión estuvo a cargo de los talleres de P. Buffet, si bien a partir del N° 5 dicha labor se llevó a cabo en la Imprenta de Pablo Coni. En su presentación, el semanario explicitaba los objetivos de su empresa:
"... Las columnas de este periodiquillo, serán un espejo de barbero: cuanta carusa rueda por este valle, se mirará en él sin preferencia, si no es la de sus merecimientos de correa..."
De inmediato las caricaturas se convirtieron en el atractivo de El Mosquito, y las firmaban H. Meyer y L. Monniot, si bien no siempre denotaban destreza y parecido en los trazos.
En mayo de 1868 la plana central apareció sin la caricatura y con grandes caracteres se decía a los lectores que se había producido una desgracia irrenunciable y que para no retrasar la salida, salían en tal forma.
A la semana siguiente, apareció en El Mosquito la primera ilustración de Stein. A sus 22 años, había llegado desde su París natal para dedicarse a la agricultura y luego a la apicultura. El fracaso con sus colmenares lo hizo recurrir a la artesanía aprendida por su padre, la ebanistería. Trabajó en ella y para ayudarse se animó a dar algunas lecciones de dibujo elemental, que dominaba por oficio. Las circunstancias hicieron que gracias a esta audacia conociera a Luciano Choquet, quien se disponía a hacerse cargo de El Mosquito.
Así pudo sustituir al dibujante oficial de la casa, presentando el primer trabajo, donde a modo de presentación se retrataba a sí mismo, explicando que se encargaría de hablar de la "feliz" situación en que se hallaba el país. Su labor fue aceptada. En la casa pronto trabó amistad con Eduardo Wilde, el redactor principal, del cual llegaría a ser íntimo y confidente.
Stein será el interprete e historiador de un mundo político enardecido hasta que la publicación deje de existir, en julio de 1893. No hubo debilidad, ni ambición, ni proyecto, ni sueño, ni vicio, ni reforma, ni pacto o convenio vituperable que no registrara con su lápiz festivo Y a veces severamente mordaz. Y en los treinta años de El Mosquito no faltaron acontecimientos: la guerra contra el Paraguay, la epidemia de fiebre amarilla, la revolución mitrista de 1874, la revolución de Tejedor, la Campaña del Desierto, la Revolución de la Unión Cívica, las sucesivas crisis de todos los gobiernos, quienes más quienes menos. Todo inserto en un clima político de profundos enfrentamientos y constantes juegos políticos, sistemas de acuerdos y pases de bando por la conquista del poder. Cuando todavía la instantánea fotográfica era un mito, Stein imprimía en los rostros, gestos y expresiones que no igualaban. Y esa perfección la adquirió con una labor constante.
En 1872 figura como director-gerente. Hacia 1875 se convierte en director propietario, hasta que en 1890 decide vender el periódico a una sociedad anónima y queda a cargo sólo de las caricaturas y la administración. 

Las palabras, los trazos y los picotones
El contenido literario del periódico era complementario de sus caricaturas y reforzaba su orientación satírica. Sin embargo, aprovechando los recursos de un lenguaje gráfico en el contexto de un periodismo que paulatinamente abandonaba la sobriedad de la tipografía absoluta, fue cediendo más espacio al contenido gráfico: Si en un comienzo las caricaturas ocupaban sólo las dos páginas centrales de las cuatro que tuvo la publicación durante toda su existencia, hacia 1880 el dibujo estuvo presente en las portadas, y muchas veces también en las contratapas, por lo que en algunas ocasiones el texto llegó a ser prácticamente inexistente.
No obstante la brevedad de su redacción, la pluma ocupó un lugar de importancia, sobre todo en cuestiones en que la abstracción de la palabra no podía resolverse con dibujos. Allí iban a parar los contenidos verbales en secciones como Soliloquios, Diversiones Públicas, Crítica Literaria (que subtitulaba "Artículo Serio", por cualquier malentendido) y Picotones.
El sarcasmo con que se expresaba muchas veces tuvo que ver con una actitud crítica frente a las frivolidades de la clase dominante.
Fuera de la intención burlona, los contenidos literarios tenían la intención de diversificar la propuesta temática de la revista. Por eso daba gran importancia a realizar crónicas de espectáculos en boga, de convenciones y otras variedades. No obstante hubo ediciones monotemáticas, aunque no estaban referidas a un suceso político, sino policial. Así, a propósito de varios crímenes que transcendieron por su aberración, El Mosquito publicó extensísimas crónicas impresas en un cuerpo de letra reducido, que ocupaba la totalidad de sus dos páginas centrales, al tiempo que las ilustraciones secuenciaban la reconstrucción del hecho hasta el momento de su esclarecimiento.
El espíritu festivo de la revista no impedía que fuera interrumpido cuando una circunstancia de índole mayor así lo requería. El compromiso y la postura ética siempre estuvieron por encima de su carácter jocoso. Muchas veces Stein se involucraba en las ilustraciones en una actitud abatida, como durante la guerra contra el Paraguay, cuando las noticias de las pérdidas de vidas humanas eran tema excluyente en la opinión publica. El epígrafe de un autorretrato de Stein dice "¿Qué tal Mosquito? ¿No te ríes hoy? A lo que Stein responde¿ qué quieres que haga? ¿ Cómo va uno a combinar caricaturas con semejantes noticias? "
Las posturas solidarias también se referían al plano internacional, como la edición del 4 de junio de 1882, a propósito de la muerte de Garibaldi: Cuando la Italia l/ora a su más ilustre patriota, cuando el mundo entero deplora la muerte del más glorioso ciudadano, el caricaturista debe dejar de reír para tomar su parte en el dolor universal. Semanas después publica en la portada el retrato de Garibaldi y en el interior el dibujo ilustra los honores fúnebres al ilustre José Garibaldi. Entre ellos, Stein se incluye, cubriéndose el rostro con las manos. 

La empresa periodística En 1868 su editor gerente, Milhas Victor, introdujo una variación que poco trascendió: durante el mes de abril se convirtió en un periódico diario, con redacción en la calle Potosí 38, y sin dejar de publicar la entrega dominical dedicada a las caricaturas. Presentó noticias, crónicas exteriores, boletín de la Bolsa, remates, y hasta un folletín, "La senda de los ciruelos" de Paul de Kock, traducido por Julio Nombela. Al mes fracasó, pero para ponerse al día con suscriptores y anunciantes, salió dos veces por semana jueves y domingos. Entonces su impresor era Bernheim.
El marketing a través del valor agregado, tan común en los medios gráficos actuales, era un recurso que El Mosquito supo utilizar desde su aparición: Los editores brindaban a los suscriptores una docena de tarjetas fotografías, ejecutadas por el artista Sigismundo, cuya galería estaba en el mismo local del periódico. Por este trabajo, una novedad en Buenos Aires, los suscriptores en lugar de tarjetas de visitas, podían presentar sus imágenes más o menos nítidamente fotografiadas. El obsequio cobra magnitud si tenemos en cuenta un contexto en que el desarrollo de la fotografía era todavía muy incipiente. Otro de los obsequios que ofrecían a los lectores que se suscribieran por todo un año, era el de una colección de retratos al lápiz de diferentes protagonistas de la vida política. Algo que hoy parecería' completamente fútil, pero que seguramente en su época fue valorado.
En 1881 comenzaron a aparecer los primeros avisos litografiados. El 14 de febrero de 1883, en un único número a dos colores, obviamente por un requerimiento del anunciante, se publicitó en toda la contratapa, la Cerveza Bieckert. La variedad y masividad de los anuncios no sólo configuraban a un público popular, sino que también este perfil se delineaba a través de los textos publicitarios: los precios de Antonio Pozzo son: módicos, un médico ofrece sus servicios gratis a los pobres, una tienda de bebidas se presenta a sus clientes potenciales llamando "a todos los que gusten de lo bueno y barato ". 

EL MOSQUITO EN LA PRENSA DIARIA

Si bien el periodismo contemporáneo ya comienza a dar muestras de una reformulación, El Mosquito delineó su proyecto en este lugar vacante: despojado de simpatías políticas, establece un nuevo contrato de lectura a través de una fórmula fresca, divertida y desenfadada. La objetividad -postulado esencial de una prensa moderna- respondía menos a carácter esencialmente independiente del periódico que a la necesidad de aparentado: en virtud de que su público no estaba inserto en el mundillo político, la política le era ajena. A partir de esta premisa, El Mosquito propuso a sus lectores una Suerte de participación política que residía en la crítica constante. Como un estilo que sellaba a la publicación: todo era digno de ser parodiado, ridiculizado. Suerte de fiscal, y de alguna manera, fomentador de opinión, a un público que no tenía ninguna opinión formada.
Buscando un lugar dentro del periodismo diario, y aprovechando sus carteles de independencia, tal vez es que este semanario haya intentado vanamente aparecer en forma diaria, proponiéndose como una alternativa entre la llamada prensa nacionalista y prensa situacionista. Aunque esta empresa fracasara, el semanario insistirá en insertarse dentro del diarismo como un modelo de verdad frente al resto de las publicaciones de la prensa diaria, como se deja entrever en el editorial que publica con motivo de su 13° aniversario en mayo de 1875: El Mosquito ha entrado el día 24 en sus 13 años.
No sólo se propone como un modelo entre la prensa de la clase dominante sino también entre muchos semanarios populares, cuyas actitudes críticas hacia el gobierno y sus intencion1idades denigrantes ponían en cuestionamiento los valores institucionales. Como intentaremos demostrar más adelante, oposición que presentaba El Mosquito, lejos de ser una actitud anárquica, respondía a una connotación retórica. Sin embargo, el tono excesivamente coloquial en que El Mosquito se dirige a sus colegas roza el límite de la difamación y de la irreverencia.
Con la consolidación de La Nación y La Prensa como los diarios de más importancia, las críticas al diario de Mitre comenzaron a ser sistemáticas, ejerciendo el doble efecto de matar a político y periódico de un mismo tiro. L a Prensa, en cambio no obstante los antiguos reproches, comienza a recibir elogios de EL Mosquito por su imparcialidad, elogios que de paso le permiten al semanario legitimarse a sí mismo como lugar de autoridad dentro del "gran periodismo".
El Mosquito constantemente se Jactaba de ser el pionero en anunciar y promover el desencadenamiento de algún acontecimiento político, como el famoso abrazo entre Mitre y Avellaneda en 1877. .
La oposición a revistas clericales como La Unión y La Beata, fue explotada por El Mosquito a partir del famoso crimen de Olavarría en la que un religioso español había matado a su hija ya su esposa.
La costumbre de criticar. a la prensa diaria a menudo empleaba la técnica de simular una coincidencia con el medio habitualmente combatido, lo que realzaba el efecto burlón en el desenlace del artículo en cuestión. Tal es el caso del editorial expresado a propósito difundirse la noticia de que Sarmiento había defendido las pretensiones chilenas en la Patagonia. Este proceder había sido desaprobado por todos los periódicos, excepto por La Tribuna, y El Mosquito se apresuraba a prestarle su solidaridad mordaz.
Sarmiento, el peor de todos
La caricatura política era para El Mosquito una forma de explorar y aprovechar los innumerables enconos políticos que caracterizaron el transcurso de su aparición y la de sus personalidades protagónicas. Y aunque Avellaneda, Tejedor, Alsina y tantos otros hayan pasado a la inmortalidad en el lápiz de Stein, se entiende que la ambición desmedida de Mitre y la personalidad explosiva de Sarmiento los hayan convertido en sus personajes privilegiados, incluso en momentos en que no necesariamente formaban parte de la crónica diaria.
Sin embargo, todas las burlas, caricaturas y hasta agravios que ha recibido Sarmiento son salvados con motivo de su muerte. El día 16 de septiembre de 1888 la portada tiene su retrato, sin ningún epígrafe.
A la semana siguiente, refuerza sus honores en una ilustración que ocupa la totalidad de las páginas centrales: en ella se representa el Cielo. San Martín, al lado de otros forjadores de la historia como Belgrano, Moreno, Rivadavia, Alsina y Avellaneda, invita a Sarmiento a unirse con ellos: "Venga, Don Domingo, sea Ud. bienvenido, que aquí hay lugar para los que como Ud. han servido bien a la patria y al progreso ".
Todos: los retratos de políticos y próceres efectivos son una prueba de ello. No sólo le permitieron eludir censuras oficiales, sino también dejar en claro su solidaridad con aquellos hombres que forjaban -para bien o mal- el porvenir del país.
En la última etapa la revista, adquirida por una sociedad anónima, adquiere un tono más moderado. La recepción que El Mosquito hizo de la revolución de la Unión Cívica a Juárez Celman, enmarcada en un contexto económico insostenible, de alguna manera favoreció a Juárez: y su renuncia, tan bienvenida en casi toda la prensa, no tuvo su caricatura correspondiente: en el número del 10 de agosto de 1890 apareció, en cambio, un retrato de Carlos Pellegrini, su sucesor.
El estilo complaciente que adquiere El Mosquito en los últimos años no alcanza, sin embargo, a ensombrecer su vasta obra crítica e incisiva hacia los protagonistas de la vida política de nuestro país. El Mosquito, seguramente el semanario satírico más representativo de su tiempo, supo aprovechar y adaptarse al contexto en el que se insertó a través de la caricatura y el empleo de un lenguaje fresco y mordaz, elaborando propuestas que en muchos casos hoy permanecen vigentes. Revisar sus páginas no sólo nos facilitará la comprensión de nuestro pasado: También nos ayudará a entender nuestra época.

martes, 29 de enero de 2013

La Asamblea del Año XIII y la libertad de los iguale

A finales de 1812, en Buenos Aires recrudecían las luchas internas por darle una determinada orientación y forma política a las luchas iniciada con la Revolución de Mayo. Morenistas y saavedristas, patriotas y contrarrevolucionarios, eran algunos de los nombres que tomaban aquellas disputas. Moreno ya había caído en altamar y quien continuó sus pasos fue Bernardo de Monteagudo. Desde la Sociedad Patriótica, se oponía al entonces secretario del Primer Triunvirato, Bernardino Rivadavia. La demora en proclamar la independencia y en dar una constitución y un notorio centralismo, pusieron fin a la paciencia de los “morenistas”, que exigieron la conformación de un nuevo triunvirato. Éste se formó en octubre de 1812 y, finalmente, convocó a una asamblea general para el año siguiente.

La Asamblea General del año XIII se inauguró el 31 de enero y su propósito manifiesto era la emancipación y constitución del Estado de las provincias unidas. Se declaró soberana y asumió la representación de las provinias. Entre sus novedades, se encontró la ausencia del juramento de fidelidad a Fernando VII. Además, entre otros puntos, se destacaba el marcado “americanismo”, tal como se expresaba en el Juramento que los diputados convocados firmaron: “¿...prometen a la patria desempeñar fiel y exactamente los deberes del sublime cargo … promoviendo los derechos de la causa del país al bien y felicidad común de la América?”

La asamblea se distinguió por las prolongadas tensiones provocadas entre los “centralistas” y los “pactistas” (pronto federales), que en enero de 1814 encontraron un primer resultado: el nuevo gobierno del Directorio, que reemplazaba al Triunvirato. No obstante ello y el no poder votar una constitución, a lo largo del año, pudieron concretarse algunas obras legislativas de gran importancia: entre ellas, la acuñación de moneda nacional, el establecimiento del escudo e himno, la abolición de la Inquisición y las torturas, la supresión de los títulos de nobleza y la libertad de vientres. 

Pero también se derogó la mita, la encomienda, el yanaconazgo y el servicio personal de los indios, bajo todo concepto y sin exceptuar el que prestaban a las iglesias o a sus párrocos. Esto ocurrió el 12 de marzo, reafirmando el decreto de la Junta Grande del 1º de septiembre de 1811, que establecía que los indios debían ser tenidos por hombres perfectamente libres y en igualdad de derechos. Para recordar la destacada votación de la Asamblea, acudimos a un fragmento del Manifiesto Inaugural del 31 de enero de 1813.
Fuente: Samuel W. Medrano, Las Constituciones de la República Argentina, Cultura Hispánica, Madrid, 1953.
"Si hubieramos de calcular los designios de la naturaleza por el resultado práctico de los sucesos humanos, sería preciso suponer que la esclavitud era el dogma más análogo a nuestro destino, y que él debía ser la única base de las primeras combinaciones de un legislador. Pero aunque el cuadro del universo no ofrece por todas partes, sino un grupo de esclavos envilecidos por la servidumbre, o acostumbrados ya a la tiranía: y aunque los esfuerzos de las almas libres, al fin sólo han servido de trofeos al despotismo, presentando en la historia de los pueblos una constante alternativa de gloria y degradación; sin embargo, la libertad existe en los decretos de la naturaleza, y por su origen es independiente de todas las vicisitudes de los siglos."



miércoles, 23 de enero de 2013

Las amantes del general

Desde hace años, algunos escritores e historiadores se animaron a escribir sobre el tema y le han adjudicado a San Martín varios amoríos e hijos extramatrimoniales. 


La campaña libertadora a Chile, emprendida por el General José de San Martín, en enero de 1817, fue el inicio de una serie de gloriosos sucesos que le dieron la gloria eterna, pero también en su vida privada, a pesar de ser de bajo perfil, produjo un verdadero vendaval. Debido a su gran esplendor... muchas mujeres llegaron a su vida, con algunas de las cuales tuvo apasionados romances.
Aunque parezca mentira, muchos niegan o rechazan la idea que el Libertador haya tenido amantes en su vida. Pero desde hace años, algunos escritores e historiadores se animaron a escribir y le han adjudicado a San Martín varios amoríos e hijos extramatrimoniales.
La larga lista es encabezada por dos mujeres peninsulares que lo acompañaron en sus primeros tiempos de militar: Lola y Pepa.

 Cuando llegó a América, se le incorporaron Juana Rosa Gramajo -amiga de Dolores Helguera- mujer de Belgrano. Con la campaña libertadora, aparecieron Fermina González Lobatón, María Rosa Campusano Cornejo, Carmen Mirón y Alayón, la mexicana Josefa "Pepa" Morales de Ruiz Huidobro quien residía en Mendoza y que  tuvo una secreta relación, no comprobada. También se la vinculó con su esclava Jesusa. Aunque varias de estas amantes son supuestas. Otras, se ha comprobado su relación.

Su nombre es Lola...

Parece que el jovencito militar español entonces capitán José de San Martín, tuvo su primer encuentro amoroso a fines del siglo XVIII con una hermosa andaluza llamada "Lola" quien lo acompaño en Badajoz, cerca de la frontera con Portugal por un largo tiempo. Esta simpática mujer fue recordada por él en varias cartas con sus amigos de armas.

Otro de sus amores que se le conoció fue la de una tal Josefa o más bien conocida con el apodo de "Pepa, la Gaditana".

Se sabe que ambos salían y frecuentaban algunas tabernas de Cádiz divirtiéndose. Años después, el General la recordaría en una nota personal al enterarse, por un oficial, que todavía vivía en España.


Remedios, la esposa oficial

Todos sabemos que el Libertador después de llegar a Buenos Aires, conoció a una señorita llamada Remedio de Escalada, hija de una noble y rica  familia porteña. Después de un tiempo de novios se casaron.

La ceremonia se realizó el 12 de setiembre de 1812 en el templo de La Merced. Fue Luis de Chorroarín quien los casó y la pareja eligió como padrinos al entonces sargento mayor Carlos María de Alvear y doña María del Carmen Quintanilla.

Cuatro años después el matrimonio San Martín tuvo, en la ciudad de Mendoza, su única hija llamada Mercedes, que nació el 24 de agosto de 1816. 


La Jesusa, entre sus amantes

Una de las supuestas amantes que se le adjudican a José de San Martín fue su propia esclava Jesús o Jesusa, una mulata que había acompañado a su esposa Remedios desde Buenos Aires.
Algunos autores afirman que la mulata lo acompañó durante toda su campaña militar y que en el Perú tuvo un hijo  con él, a quien habría reconocido con su apellido.  

Esta versión no es válida, porque Jesusa se casó en 1815 con el mulato Juan Muñoz y tuvieron varios hijos. Después del cruce de los Andes, la esclava se quedó con su esposo en nuestra provincia y fue vendida por el el Padre de la Patria a don Manuel Peralta el 13 de junio de 1820, dos meses antes de partir rumbo al Perú. La famosa mulata siguió con su esposo y sus hijos en la casa de los Peralta. Falleció en nuestra provincia en 1864.


La Fermina, un amor furtivo

A llegar a Lima en 1821,San Martín fue flechado por Fermina González Lobatón, una patriota y acaudalada mujer que cedió su hacienda San Nicolás de Supe en Barranca, para que el Héroe de Maipú se hospedara. Estaba casada con Domingo Laos y Supe.

Varios historiadores peruanos sostienen que tuvo una fugaz relación y que de ella nació un hijo que fue bautizado con el nombre de Domingo de San Martín.

Varios documentos nos demuestran que a mediados de 1821, cuando se produjo la llegada de las tropas libertadoras a la Ciudad de los Reyes, con el General San Martín a la cabeza, Fermina González Lobatón esperaba un hijo de su esposo Laos y Supe. Este vástago, nació el 23 de diciembre de ese año,  fue bautizado días después con el nombre de Domingo. Esto ratifica que no fue muy probable que tuviera alguna relación más íntima con el "Santo de la Espada".


La espía que le amó

Era bella; tenía  ojos azules, su tez blanca y cabellos castaños. Inteligente, vivaz y astuta, así era María Rosa Campusano Cornejo. Seguramente que el entonces Liberador del Perú, José de San Martín, no pudo evadir los encantos de aquella mujer patriota.

Aquella hermosa mujer nació en Guayaquil el 13 de Abril de 1796.

A los 21 años se casó con un acaudalado peninsular quien la llevó a Lima.  En su casa se realizaban grandes tertulias en donde concurrían funcionarios y militares realistas, pero también patriotas que apoyaban la revolución.

En setiembre de 1820, cuando el Ejército Libertador desembarcó en Pisco, la Campusano sirvió como espía para saber más sobre las acciones realistas.

Al llegar San Martín a la capital peruana, ambos entablaron una amistad que se transformó rápidamente en una apasionada relación. Aunque la misma no trascendió públicamente, a la Campusano se la denominó "la Protectora". El mito trasunta que tuvo un hijo con el Padre de la Patria, a quien se lo conoció con el mote del "generalito". Todo terminó al marcharse el militar argentino de la capital del Perú en setiembre de 1822. Existen pruebas fehacientes sobre esta relación entre Rosa y José.


El romance de Guayaquil

Cuando San Martín viajó para entrevistarse con Bolívar en Guayaquil, lo hizo sin su compañera  Campusano.

El Generalísimo llegó en julio de 1822. Durante su visita a esa ciudad, conoció a una importante dama patriota llamada Carmen Mirón y Alayón; se dice que tuvieron un breve pero fogoso romance. El Protector del Perú se marchó a los pocos días, pero después de nueve meses, en abril de 1823, nació un niño, bautizado con el nombre de Joaquín Miguel de San Martín y Mirón. Este hijo del Protector se trasladó al Perú y posteriormente se casó con Isabel García Saldarriaga, una limeña que nació en 1840.

Joaquín y Isabel se casaron aproximadamente a mediados del siglo XIX.

Este matrimonio tuvo un hijo llamado Justo Vicente quien vio la luz el 19 de julio 1865  en Lima, Perú.

Esta familia continuó llevando el apellido San Martín y tuvo descendencia hasta mitad del siglo XX.

lunes, 14 de enero de 2013

a 64 años del terremoto que destruyó la ciudad de San Juan (Argentina)


El terremoto de San Juan Se produjo el día 15 de Enero de 1944 a las 20 horas, 50 minutos, con epicentro ubicado a 30 Km al Norte de la Ciudad de San Juan, en las proximidades de La Laja, departamento Albardón. Se estimó que su magnitud alcanzó 7,8 grados de la Escala Ritcher y su intensidad máxima de 9 en escala Mercalli Modificada. Destruyó la Ciudad de San Juan, ocasionando la pérdida de 8000 a 10000 habitantes. Puede afirmarse que los efectos desastrosos del sismo se debieron no sólo a la violencia del movimiento, sino a la pésima calidad de la edificación.

Período de reconstrucción (1944 - 1960)

El terremoto que asoló la ciudad de San Juan en 1944, destruyó miles de viviendas, edificios públicos, obras comunales e históricas y la economía de gran parte de la población, que representaban el patrimonio acumulado en varias generaciones, sin contar la pérdida irreparable de miles de vidas humanas.

La situación creada a la provincia por el sismo se hizo particularmente grave por su economía de monocultivo. Había que enfrentar la obra fabulosa de reconstruir los centros de actividad de la ciudad y la vivienda para gran parte de su población, cuando en su mayoría ésta carecía de los recursos para resolver por sí misma su problema habitacional.

La Argentina debió aceptar, a partir de 1944 el desafío de poner en pie casi toda una ciudad de más de 80.000 habitantes. Las principales actuaciones llevadas a cabo en este período en materia de vivienda fueron las del Consejo de Reconstrucción de San Juan, el Banco Hipotecario Nacional y el Instituto Provincial de la Vivienda en menor medida.

La emergencia post-terremoto

La Nación acudió en ayuda de la provincia de Sarmiento y el Poder Ejecutivo nacional creó el Consejo de Reconstrucción de San Juan, dependiente del Ministerio del Interior, éste emprendió acciones para atender la emergencia, entre las que comprendía la construcción de barrios de carácter precario, así surgieron 25 barrios en zonas suburbanas con serios problemas de infraestructura básica de servicios. En el Gran San Juan se construyeron 7794 viviendas, mientras que en los departamentos fueron distribuidas 1930 viviendas.

La ubicación de estos barrios, preferentemente en la periferia de la ciudad, promovió la posterior formación de villas miseria y a la vez la extensión de la mancha urbana, alineando otros asentamientos espontáneos indicando los primeros antecedentes de la posterior expansión de la ciudad, hacia el oeste y sur principalmente. Además tienden a ocupar las áreas intermedias entre campo y ciudad.

Acciones del Consejo de Reconstrucción (1947)

Hasta mediados de 1947, si bien pocos particulares tomadores de préstamos habían empezado a edificar sus viviendas no se comenzaba la construcción masiva. Ante la falta de definiciones sobre el desarrollo urbano, técnicos del Consejo comenzaron a dar “líneas de edificación” en base a un “plano de ensanche”, legalizado por la Ley 1122 que fue muy criticado. Para tratar de formar un plantel técnico que atendiera a la problemática urbana en su conjunto, el Consejo contrató con carácter de Asesor Urbanístico al Arq. José María Pastor. Dicho profesional se abocó, a la elaboración del nuevo plan, para el cual se tomaron los lineamientos generales de los planes presentados anteriormente, dichos planes fueron:

Plan Muscio, Bereterbide, Vautier, 1944

Plan Vivanco, Ferrai Hardoy, Ungar, Oliver, 1944

Plan Vilialobos, 1945

Plan Mendioroz, Campos Urquiza, Ruiz Guiñazú, Olezza, 1945/1946

Se comenzó por resoluciones del Consejo que fueron aprobando modificaciones dentro del casco urbano. Las mismas permitieron fijar la ubicación de edificios públicos, el Plan ferroviario (no llevado a cabo) y la apertura de la Av. Central de un extremo a otro de la ciudad.

Fue concibiéndose el Plan Regulador y de Zonificación y su aspecto legal se ratificó por ley provincial y decreto nacional. Así San Juan tuvo su Plan Regulador y de Extensión. Posteriormente se dieron esquemas respecto del Planeamiento Regional con prescripciones urbanísticas anexas.

El Consejo convocó la participación de importantes profesionales del país para la elaboración de Proyectos y/o Dirección de sus obras con el criterio de acelerar el proceso de la edificación y asegurar la diversidad de la concepciones arquitectónicas enmarcadas en las directivas del Plan.

La vivienda y los edificios públicos (1948)

Luego de varios decretos de origen nacional para normalizar la ayuda a la reconstrucción de San Juan, la ley 12.865 acordó a la provincia un subsidio, incrementado en varias ocasiones posteriores.

Desde los años 1948 a 1961 la entidad realiza el plan de viviendas que totalizaron la construcción de 1645 casas, ubicadas en los alrededores de la ciudad. Desde esa fecha se comenzó también un plan de construcción de numerosos edificios públicos, escuelas y obras de urbanización.

El decreto 773/56 prevé la construcción de 53 modernas escuelas, 15 municipalidades departamentales, 20 comisarías, registros civiles, juzgados de paz, bloques de edificios donde funcionan los ministerios provinciales y la dirección de escuelas, tribunales y otros organismos estatales, la cárcel modelo, el observatorio astronómico Félix Aguilar, el edificio de la Dirección de Turismo, la construcción de cinco grandes avenidas, ensanchamiento de calles, construcción de nuevas plazas, electrificación pública y otras realizaciones de no menor importancia ya totalmente finalizadas. Además de esas obras, el decreto 773/56 prevé la construcción de la Casa de Gobierno, la Jefatura de Policía, la Cámara de Representantes el Palacio de Tribunales y otras.

Plan  Regulador y de Extensión (1948)

El Plan Regulador y de Extensión de 1948 fue elaborado por el arquitecto José María Pastor, asesor urbanístico del Consejo de Reconstrucción, que se basó en los planes anteriormente mencionados. Para llevarlo a cabo se firmó un convenio entre el gobierno de la provincia y el Consejo de Reconstrucción (de orden nacional) por el cual este organismo adquiere poderes de control de las edificaciones en todo el territorio del valle. Las municipalidades, incluida la da Capital, ceden esas funciones al Consejo, “mientras dure su funcionamiento”. Vale decir que este Ente Nacional obtiene las atribuciones necesarias para “ejecutar el plan regulador y las obras que él comprende en toda la zona afectada por el sismo”.

Se le confiere además, atribuciones para atender “servicios públicos municipales y provinciales” así como “todas las demás materias que competen a la Legislatura Provincial y Municipal”. Por ello el Consejo puede otorgar subsidios y realizar inversiones de cualquier naturaleza, siempre que “tiendan al mejor cumplimiento de los fines en vista de los cuales fue creado por Ley N º 12.855”.

La obra de Reconstrucción fue importante también por los subsidios otorgados a la construcción de viviendas, que a otorgarse para los primeros años y que luego fueron ascendiendo a medida que aumentaba el costo por metro cubierto. La obra de la Catedral Metropolitana, da la Biblioteca Franklin y otras de carácter cultural y religioso fueron posibles por el apoyo financiero del Consejo de Reconstrucción de San Juan.